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23 mar 2012

The Ruffians II...Sus almas viajarán por el inmenso Hades

Pasaron años que parecieron siglos. En la isla Esmeralda crecieron nuestros hijos y se desarrollaron entre las faldas de su madre. Algunos eran astutos y otros eran más introvertidos. Algunos de ellos,muy pocos, tenían inquietudes que compartían con el resto. La gran mayoría holgazaneaba y se dedicaba a jugar a un extraño pasatiempo con su madre. Yo nunca pude comprender ese juego.

 Alguna vez intenté participar de su juego, pero nunca me gustó. Muchas veces imploré que entendieran cual era el significado de nuestra estancia en la isla Esmeralda. La isla Esmeralda era un hechizo del que debíamos escapar. Todos debíamos esforzarnos en encontrar una huida al hechizo. Pero el influjo de la maldita Quebec era todopoderoso. Con sus ojos glaucos y vacíos los poseía y los dominaba.

Inopinadamente y un día de sol refulgente apareció mi amigo Ulises. Lucía un aspecto espléndido y estaba rejuvenecido. Durante muchas horas compartimos cráteras de vino y conversación. Ulises me contó que nunca jamás olvidó el día en el que me adentré en este maldito bosque. Durante mucho tiempo me estuvo buscando y al final me encontró. Dos amigos, dos grandes amigos, se habían reencontrado.


Ulises hablaba y miraba fijamente a mis ojos. En su expresión había un misterio que yo no comprendía. Ulises se hizo muy amigo de mi esposa y meretriz Quebec. Yo le observaba cuando le hablaba de lo hermoso e inmenso que era el mar. Quebec se sintió fascinada por sus historias y la hechicera cayó hechizada ante la astucia del artero Ulises. Ulises convenció a todos para que construyeramos un barco.


En Quebec había un pequeño río. Mis hijos lo llamaban el río del poeta y nunca supe el porqué. Durante meses estuvimos construyendo nuestro barco. Arcipreste,Marqués y Chesterton ayudaron mucho. A ellos se les unió el alma cándida y bendita de Brunchú. Parece como si nuestro espectro hubiera entendido las palabras de Ulises y se empezó a desempeñar como todo un campeón. Su esfuerzo fue titánico.


Y llegó el día de la partida. Miré una vez más a los ojos de Ulises y supe que esta era la nave que nunca iba a volver. Ulises sonreía y se dedicaba a adular a Quebec. Yo discutía el cuaderno de bitácora con mis cuatro valientes mientras el resto continuaba ensimismado en ese pueril juego de dados haciendo caso omiso a lo que ocurría a su alrededor. Por última vez intenté que ayudaran, pero se negaron.


Atravesamos el río y llegamos al inmenso océano. Unos extraños pájaros comenzaron a volar sobre nuestro pequeño barco. El cielo se oscureció y el mar se embraveció. Era como un terremoto marítimo al que Ulises parecía no tener miedo. Los que jugaban a los dados huyeron despavoridos a los camarotes junto con Quebec. Sólo Arcipreste,Chesterton,Marqués y Brunchú permanecieron en sus lugares.


Entonces Ulises me cogió de la mano y miró al resto. Creo recordar que dijo que eran libres de seguirnos si querían y que él nunca los abandonaría si así hacían. Ulises me sonrió y saltamos al mar. Sólo puedo recordar el grito desesperado de Brunchú. El espectro había recuperado el habla pero ya era demasiado tarde. Mientras me zambullía con mi amigo Ulises vi como el barco ya sólo era una zozobra.


Ahora ya soy libre y estoy con mi amigo Ulises...nos esperan las sirenas y los hermosos océanos. Quizás a algunos valientes también.

Scarf The Eunuch




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